Del
amor inconcluso de Fabio Martínez, tres minicuentos
Expresionismo
alemán
La flor azul es la flor de la noche y pertenece a Novalis. La flor plateada es la flor de la angustia y el desasosiego y pertenece a Georg Trakl.
Nosotros,
como hijos de la noche, oscilamos entre la flor azul y la plateada que
pertenecen a Novalis y a Georg Trakl, el atormentado de Salzburgo.
En la
flor azul están cifradas las esperanzas plenas del poeta que sabe agradecer a
su dios.
En la
flor plateada están cifradas las dudas y angustias del poeta que no ha sabido
respetar a su dios, y por eso se siente infeliz y desdichado.
La flor y la locura
Cada hombre tiene
una flor. La flor de Gabriela Mistral fue la rosa. La de Pablo Neruda fue el
clavel. La flor de Vincent Van Gogh fue el girasol. La de Camille Claudel fue
la locura.
Travestido
¿Cómo te gustaría
que fueran las mujeres? –preguntó el amigo H al amigo K mientras bebían una
cerveza en un bar.
Desarmables
–contestó el amigo K–, cuando uno no las quiera pueda colgarlas por partes en
un gancho y guardarlas en el closet
junto con los vestidos.
¿Cómo te gustaría
que fueran los hombres? –preguntó el amigo K mientras bebían la segunda
cerveza.
Desarmables
–respondió el amigo H–, igual que las mujeres; cuando uno no los quiera ver
puede colocarlos por partes en la gaveta del escritorio o en la guantera del
auto.
Entonces, la mesera
que estaba escuchando la conversación se acercó y sacándose la peluca, las
pestañas, las uñas y los senos, preguntó: ¿Así les gustaría a los caballeros?
El Bibliófago
Era un hombre que
tenía como vicio mayor coleccionar libros y mujeres. Cuando éstas lo dejaban se
llevaban en venganza su biblioteca. Ellas decían que lo hacían porque si habían
perdido su cuerpo por lo menos se quedaban con su espíritu. Algunas, en su
larga y dolorosa soledad los leían y al final comprendían la razón de su
ruptura. Él, como era un bibliófago empedernido, volvía a aprovisionarse de
libros y asimismo los perdía. A lo largo de su vida perdió tantos libros como
mujeres y en un momento llegó a tener una biblioteca tan grande como la de
Alejandría.
2
El bibliófago es un
comedor de libros. Quien sucumbe a la tentación corre el riesgo de ser
transportado a universos desconocidos. Todo el mundo está invitado a la cena.
El libro no es la
vida, es el lenguaje simbólico de la vida. Diógenes descubrió la luz cuando
abrió un libro y lo leyó. Virgilio leyó un libro en el infierno antes de
emprender de nuevo su camino y fundar una nueva patria. El Quijote leyó todos
los libros de caballería antes de emprender su viaje por la Mancha. Bouvard y
Pécuchet leyeron todos los libros científicos antes de fracasar en su intento
de ser sabios. Borges leyó todos los libros de la Biblioteca Universal luego de
haber compartido por largo tiempo el reino de Tiresias.
El bibliófago debe
ser como Tiresias.
Italo
Calvino dijo que el siglo XXI sería el de Cronos. El siglo de la velocidad.
Temo que el autor italiano se equivocó. El siglo de la velocidad –si alguna vez
existió– ya pasó. El siglo XXI es el de la memoria.