El cantante llegó abriendo camino

Cat Stevens

Por Fabio Martínez

Por la forma de su mirada podía su­ponerse que alguna luna ciega le hu­biera lastimado el rostro; o tal vez, era, la marca indeleble dejada por un vio­lento amanecer lo que reflejaban sus ojos, pero aquella noche para nadie era un secreto que hombre y guitarra eran uno solo. Su música venía de adentro y el brillo de su voz tenía la magia en­volvente de contagiarlo todo. El can­tante tomó su guitarra y acercándose al micrófono entonó la canción. Era una melodía que venía de oriente:

Me visitó un ladrón
y se ha llevado todo
pero en su afán
dejó la luna en la ventana

Allí se reunían muchas cosas. Cat Stevens, Carrangueros de Colombia y ciertos romances españoles. Sin em­bargo, a él no le molestaba tanta mez­cla; como tampoco a sus compañeros.
Influencia de las más diversas ver­tientes como puede ser un Caetano Veloso al lado de! desaparecido Georges Brassens y el Trío Matamoros, se reúne actualmente como en una Torre de Babel, dentro de ese movimiento sub­terráneo de intérpretes y canta-autores que de cinco años para acá vienen trabajando en los centros nocturnos de la ciudad.
"Aquí no hay una pretensión vanguardista, Lo que nos interesa es cómo "a partir de otras experiencias nosotros podemos hacer algo nuevo", dice Ramiro Zambrano, uno de los exinte­grantes del conocido grupo Los Carrangueros. En la actualidad compone y toca la guitarra.
Hay argentinos, chilenos, uruguayos gente del interior y de las costas; viven para la música y para poder comer hacen como las lechuzas: duermen de día.
"Yo canto porque es una actividad que no me es desagradable, y porque en esta vida hay que hacer algo, si no uno se deprime." Terrén es el especialista de la sátira y el humor. Canciones suyas son: La rumba de Satanás, La gaseosa tragedia, Romance imperfecto y trunco (de vacaciones), El blues del poblado y Ella se fue con él. Rochón, en cambio, es el intérprete. Callado, a uno le da la impresión de que este hombre que se esconde detrás de su guitarra, es alguien que ha viajado mucho. A propósito de su trabajo como intérprete, Rochón nos comenta: "Uno va aprendiendo canciones y de una u otra manera, así va justificando su vida"; y ante la pregunta de si se siente extranjero en Colombia, responde: "La nacionalidad se siente es en los impuestos y en los himnos militares."
La influencia de la nueva trova cu­bana y de la música brasileña ha sido decisiva en la formación de estos mú­sicos que en su mayoría pueden con­siderarse como autodidactas. Es el caso de Javier Apráez quien aprendió a puntear la guitarra con su padre y hoy después de figurar en los principales escenarios callejeros del viejo mundo» conforma junto con Rolando Sánchez y Mauricio Fuello, el Trío Mazinga. Sin embargo, cada vez hay más músicos de formación clásica que se vuelcan a experimentar en ese vasto campo que ofrece la música popular. Es el caso de la mayoría de las integrantes del con­junto Caña Brava y las experiencias que paralelamente tienen Iván y Lucía con músicos salidos del mundillo del jazz y de la música llamada profunda.    
¿Convergencia de las más disímiles corrientes en el espíritu de que nuestra música se enriquezca y salga de ese estado pretendidamente nacionalista? Sí, y las pocas pero seguras experiencias ya lo están demostrando. De un lado, podemos hablar del destaca trabajo que alrededor de la cumbia viene haciendo Francisco Zumaqué y lo dejó Fernando Meneses, desaparecido en el siniestro avión de Barajas; Coronel y el desarrollo del merengue con sonido  colombiano, y ciertas composiciones del grupo Niche cuya base rítmica conserva el sabor de la música del Pacífico. De otro lado, el trabajo de composición de jóvenes como Iván Bermúdez interpretado bajo la bella voz de Lucía, Beatriz Castaño, Juán de Luque, inspirado en el poeta de malambo que quiere decir poeta del pueblo, Rolando Sánchez y María del Carmen Alvarado.

Cómo he de vivir
Y la forma correcta de morir;
quieren conducirme
por el buen camino
-Con tantas tentaciones del destino!

El grupo de María Sabina se destaca por la limpieza y la armonía de sus voces. Bajo los magistrales arreglos de Beatriz Castaño vienen musicalizando poesía joven colombiana que hoy irrumpe como una nueva voz dentro de este río correntoso y vital que se mueve por debajo. Es el caso de Gómez Jattin, el poeta de Cereté, y Armando Carrillo, poeta underground por naturaleza.

Si las nubes
no anticipan en sus formas
la historia de los hombres.
Si mis amigos
no son una legión
de ángeles clandestinos,
¿Qué será de mí

María Sabina es una mujer encan­tadora que vive en Oaxaca-México, come hongos medicinales y cura con el canto y las palabras. Dicen que en el trance ella ve la enfermedad y ense­guida, eleva su voz hacia el doliente y lo sana. Es como para los venezolanos, María Lionza, o para los cubanos, Anacaona, esa mujer de gran belleza amada por todas las tribus y que in­mortalizó Cheo Feliciano.
No muy lejos queda Yemayá, aquella banda de mujeres que un día irrumpió en los principales escenarios nocturnos de Bogotá cautivando a más de uno. Su plato predilecto era la salsa. Después iba a venir Siguaraya, y ahora, bajo el impulso de esa reina del ritmo que se llama Berta Quintero, nace Caña Brava donde se destacan dos prometedoras figuras: Amparito Escobar, vocalista y timbalera, y María del Carmen Alvarado, autora de ritmos como, Buena­ventura se quema, La negra Toña y El eco del campesino, temas con un estilo propio que ya empiezan a pegar en la nevera, como se le dice jocosamente a Bogotá en Cali y en las costas. ¡Ah, pues!